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Por lo general, debido al estrés que supone la implicación en una situación desconocida, las competencias de una persona pueden mostrarse reducidas en un primer momento de adaptación. Con el tiempo, comparando la evolución personal desde el ingreso, observamos que mejoran aquellos aspectos referidos a las relaciones con el contexto comunitario y ascienden los logros alcanzados en los objetivos de autonomía y adaptación al entorno.

Aunque parece que la prolongación de la estancia en el Centro conlleva una mayor adaptación del usuario a la dinámica residencial, señalamos a continuación algunas de las circunstancias que pueden facilitar o complicar su proceso de acoplamiento a la vida del Centro.

 

EL MOMENTO DEL PROCESO ADAPTATIVO.

 

La entrada en el Centro Residencial supone, al principio, una situación difícil de aceptar por su carácter de:

  • Situación extraña. Esta situación nueva produce una ruptura con la rutina y el estilo de vida anterior. En este primer momento, el usuario experimentará una pérdida de identidad personal y sentimientos de desarraigo.

 

  • Etapa de duelo. Supone que la persona acepte que ya no se vale por sí misma. Ya no consigue vivir de forma autónoma; ha de asumir la pérdida de salud o de las capacidades personales que poseía y asimilar que, debido a una patología crónica o invalidante, necesita de la asistencia de otra persona, además de la impotencia experimentada al no poder modificar esta pérdida.

 

  • Aislamiento social. Además de tener que asumir este estado de limitación corporal, la persona dependiente tendrá que aceptar el alejamiento de sus familiares y amigos. Deberá asumir que la cantidad y la forma de las interacciones con las personas más significativas, a partir de este momento, se verán modificadas. Así, en muchos casos, cuando ingresa en la Residencia una persona asistida (que necesitan de una tercera persona) los intercambios con los seres queridos se ven reducidos a las visitas y a las llamadas telefónicas. Esta pérdida relacional puede provocar sentimientos de abandono y la retirada a un mundo aislado fuera del entorno comunitario.

Usuaria realizando un taller

 

El sentimiento de soledad influye negativamente en la salud psicológica de las personas dependientes predisponiendo a un estado de humor ansioso-depresivo; por ello, es esencial la existencia de redes de apoyo social.

Algunos familiares entienden que visitando a estas personas de vez en cuando están cubiertas sus obligaciones de apoyo emocional. Explicamos a las familias la gran importancia de su participación en determinadas áreas de la vida de la institución social. Intentaremos, del mismo modo, que los familiares asuman, en la medida de lo posible, algún grado de implicación en el desarrollo de las actividades de la Unidad Residencial y que adquieran alguna responsabilidad en la atención de su familiar. Participando de una red de contacto social, la persona dependiente se sentirá más feliz y satisfecha.

Dificultades sobrevenidas a causa del aislamiento, así como diversas actuaciones positivas para minimizar la soledad y proveer de la ayuda, afecto y afirmación personal que los usuarios necesitan.

 

ASPECTOS

 

DIFICULTADES

ACTUACIONES

 SOLEDAD Y AISLAMIENTO

  • Reducción de la comunicación.
  • Falta de habilidades sociales.
  • Escasez de participación ciudadana.
  • Insatisfacción permanente.
  • Reducción de deseos, expectativas e intereses.
  • Atención centrada en la enfermedad/incapacidad.
  • Participar en algún grupo o recurso de la comunidad.
  • Restaurar la identidad personal y respetar la libertad del estilo de vida.
  • Favorecer las entradas y salidas del centro.

 

ESCASEZ DE RELACIONES FAMILIARES O SOCIALES

  • Poco interés en el momento actual.
  • Recuerdo continuo y nostálgico de sus momentos del pasado.

 

  • Favorecer los contactos familiares.
  • Recordar los momentos felices de su vida.
  • Asumir algún papel dentro de la Residencia.
  • Satisfacer la necesidad de divertirse.

 

 

CARACTERÍSTICAS COMPORTAMENTALES DE LA PERSONA DEPENDIENTE.

 

Los problemas de conducta influyen negativamente en la adaptación a la vida dentro de la Residencia. En algunos casos, la incapacidad de la familia para controlar tales comportamientos ha sido lo que ha motivado el ingreso. Nos referimos a la manifestación de alteraciones del tipo:

  • Carácter desobediente, necesitando tener el control, mostrándose desafiante con las normas y disconforme con la atención recibida.

 

  • Rabietas, que pueden responder con agresividad ante la más mínima señal de frustración o cuando se le contradice.

 

  • Conciencia moral poco desarrollada, como si no mostraran arrepentimiento o no sintieran sentimientos de culpa.

 

  • Dificultad para desarrollar la confianza mutua y dejarse atender por otras personas.

 

  • Resistencia al contacto físico, sin poder recibir las muestras de afecto.

 

  • Respuestas agresivas dirigidas hacia sí mismo y hacia los demás.

 

Estas y otras alteraciones pueden aparecer en personas con discapacidad intelectual o con trastornos de conducta y pueden ser consecuencia directa del malestar producido por la enfermedad. Los desórdenes pueden ser provocados por razones muy diversas; incluso en la misma persona pueden variar de un momento a otro, bien por algún desajuste emocional o por la frustración de no sentirse comprendido, consecuencia de las limitaciones comunicativas que presenta. En este estado, un solo usuario puede ocasionar la ruptura de la dinámica del grupo e impedir que los profesionales puedan atender debidamente al resto.

Aspectos a tener en cuenta por nuestros profesionales.

 

Podemos encontrar dificultades en nuestro trabajo del quehacer diario cuando aparezcan severos problemas de conducta. Algunas personas pueden presentar conductas violentas o agresivas. En estos casos, otros usuarios del centro o el equipo de profesionales pueden verse expuestos a sufrir amenazas o agresiones.

Debemos ser cautelosos a la hora de interpretar las posibles causas evitando caer en las personalizaciones y en las atribuciones causales del tipo: “Siempre a mí. Lo hace para fastidiarme”. “Comprende perfectamente, la lía sabiendo lo que hace”. “Estaba tranquila y todo marchaba estupendamente, ¿por qué tiene que fastidiarlo?”.

Resulta necesario desarrollar una cierta distancia emocional que nos permita alejarnos de caer en reacciones negativas hacia estas personas; de nada sirven las malas interpretaciones.

 


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